A principios del siglo XX, habiéndose quemado la mano accidentalmente, el químico René-Maurice Gattefossé la sumerge en un baño de aceite esencial de lavanda, notando un alivio instantáneo del dolor y una rápida cicatrización.
Así, decide investigar más a fondo las propiedades terapéuticas de los aceites esenciales, y descubre su acción anti-infecciosa, anestésica y cicatrizante. En la década de los 60, el médico Jean Valnet retoma el trabajo de Gatefossé y realiza nuevos descubrimientos. Hoy en día, ambos son considerados como los padres de la aromaterapia actual.